
Quién es Luisa Piccarreta?
“Virgen purísima, toda de Dios, objeto de singular predilección del Divino Redentor Jesús... (De ella) ha querido formar un instrumento apto para una Misión tan sublime, que ninguna otra misión se le podrá comparar: el triunfo de la Divina Voluntad en el mundo, en conformidad con lo dicho en el Padre Nuestro: Fiat Voluntas Tua, sicut in Cœlo et in terra.” (San Anibal Ma. di Francia, 1926)
“Alma elegida, seráfica esposa de Cristo, humilde, piadosa, dotada por Dios con dones extraordinarios: Heraldo del Reino de la Divina Voluntad, verdadera e inocente víctima y por eso pararrayos eficaz y continuo ante la Justicia Divina, indignada por los pecados de la humanidad.” (Mons. Reginaldo Adazzi, Arzobispo de Trani, 1948)
“La Sierva de Dios, Luisa Piccarreta, está dentro de la Iglesia, está con la Iglesia y es para la Iglesia, como hija obediente. Luisa es una mujer católica que consumó su vida en la oración y en el sufrimiento cotidiano, siempre dócilmente sometida a la autoridad sacerdotal y al Magisterio de la Iglesia... La Sierva de Dios amó a la Iglesia y por ella se ofreció toda su vida... Con una profunda devoción a la Madre de Dios. Sobre la santidad de Luisa nunca ha surgido duda alguna; en esto todos están de acuerdo, tanto que el pueblo la señalaba como “Luisa la Santa”, un pueblo que siempre la ha rodeado de respeto y veneración, sin clamor. Por su fama de santidad, que nunca ha disminuido entre el pueblo de Dios, esta Diócesis, autorizada por Roma, ha abierto el proceso para su beatificación.... Es un bien para todos conocer a la Sierva de Dios como un don de Dios a la Iglesia y como hija auténtica de la misma”. (Mons. Giovan Battista Picchierri, Arzobispo de Trani, 1996)
“Luisa no es un hecho humano, es una obra de Dios y Él mismo hará que salga a la luz. Luisa es grande y el mundo se llenará de Luisa, el mundo quedará asombrado ante su grandeza; no pasarán muchos años antes de que esto suceda: El nuevo milenio verá la luz de Luisa.” (San Padre Pío de Pietrelcina a Rosaria Bucci)
Breve biografía de la Sierva de Dios
LUISA PICCARRETA
Nació el 23 de abril de 1865 en la pequeña ciudad de CORATO, en la provincia de Bari, al sur de Italia, ahí vivió siempre y ahí murió en olor de santidad el 4 de marzo de 1947.
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Ochenta y dos años de vida, sesenta y cuatro de los cuales, sí, sesenta y cuatro, los pasó en la “celda más pequeña que haya habido en el mundo”: su cama. Encima y alrededor de su cama una ligera estructura metálica de la cual por los cuatro costados pendían sendas cortinas que hacían de su cama un claustro de escasos dos metros cuadrados; espacio suficiente para ella y para su Amado: Jesús, que casi a diario la visitaba y la amaestraba para que ella modelara todo su interior a semejanza de Él. Y no sólo para Él, sino también había espacio para la Mamá -la Santísima Virgen, a quien Luisa así llamaba-, la que, con la misma finalidad de hacer de Luisa una copia perfecta del interior de Jesús y del de Ella, la visitaba también con frecuencia.
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Luisa estuvo siempre bajo la potestad de la “Señora Obediencia”, ante la que siempre se doblegó y sometió, y que desde el Obispo le venía por medio del Confesor en turno.
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Nuestro Señor intervino para poner a Luisa definitivamente y sin dudas en su estado de víctima de reparación, para lo cual se sirvió de una epidemia de cólera que en 1886 cosechaba muchas víctimas en la región de Corato. Jesús le pidió que aceptara un estado de sufrimientos para poner fin a aquel flagelo, y habiendo aceptado Luisa, después de tres días de sufrimientos desapareció el cólera, que desde meses antes cundía.
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Cuando ella tenía 21 años, su nuevo confesor, Don Michele de Benedictis, para conocer, probar y discernir su espíritu, le impuso por primera cosa que, si debía sufrir, debía primero pedirlo a la obediencia.
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Un año después, Jesús le pidió ofrecerse a sufrir, pero no ya a intervalos, como en el pasado, sino de modo continuo, y todo para reparar a la Divina Justicia, demasiado airada, y evitar a los hombres tantos castigos que cada vez más merecían y que estaban a punto de llover. Luisa hizo saber estos deseos de Jesús al Confesor y le pidió que le diera la obediencia, pues debía sufrir “por un cierto tiempo” -que ella pensaba fueran cuarenta días-; el Confesor asintió y Luisa quedó así definitivamente en cama desde los 22 años, en el otoño de 1887. Y aún debió vivir por otros 60 años, sí, 60, en su “celda”, pues la obediencia le venía renovada, y los vivió así sin haber estado NUNCA enferma de nada y sin que jamás presentara llaga alguna debido a su estado.
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Se inició, entonces, una nueva cadena de gracias singulares. Jesús se hacía ver frecuentísimamente, disponiéndola a los “Desposorios Místicos” y llevándola a una perfecta conformidad con la Voluntad de Dios. Jesús continuó preparándola para otros desposorios, los “Desposorios de la Cruz”, y, una mañana, mostrándose crucificado, le comunicó los dolorosísimos estigmas de su Pasión, pero, consintiendo a los deseos de Luisa de dejárselos invisibles, ninguna señal externa le dejó. Desde entonces le era renovada por Jesús mismo la crucifixión. Luisa, que se veía consumir por una hambre insaciable de sufrir, años más tarde debió aprender que todo, voluntad de sufrir y aun el deseo de ver sensiblemente a Jesús, todo debía morir en la Divina Voluntad. Muerto este Confesor, uno nuevo, Don Gennaro di Gennaro, en 1899, la tomó a su cuidado y así fue durante 24 años. Y por primera cosa le dio la obediencia, dolorisísima para ella, de escribir todo lo que había sucedido, desde el inicio, entre Jesús y ella, y empezó a escribir en febrero de 1899.
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Jesús continuó enseñándola y preparándola a su excelsa misión, a la máxima gracia y a un “estado superior”: Vivir en y de la Divina Voluntad. En 1900 le habla por primera vez de esto y da a ella por primera esta Gracia de las gracias y la constituye como la Pequeña Hija de la Divina Voluntad, iniciando así con ella, en el silencio y en lo escondido, la nueva era de Gracia, el verdadero REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD EN LA TIERRA, el cumplimiento del Pater Noster: Fiat Voluntas Tua sicut in Cœlo et in terra. Hágase Tu Voluntad como en el Cielo en la tierra.
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Luisa escribió, a partir de entonces, 36 volúmenes acerca de esta doctrina del vivir en la Divina Voluntad, y otros escritos, entre los cuales: “Las Horas de la Pasión”, de las que se publicaron cuatro ediciones, en 1915, 1917 y 1921, y “La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad”, de la que se publicaron 3 ediciones, en 1932, 1933 y 1937. Todas con “Nihil Obstat” e “Imprimatur”. La obediencia de escribir cesó y el último capítulo del Vol. 36 lo escribió el 28 de diciembre de 1938.
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El P. Gennaro murió en 1922 y lo sucedió el Can. D. Francesco De Benedictis, quien murió 4 años después, en 1926. Y, por último, fue nombrado Confesor por el Arzobispo el Can. D. Benedetto Calvi, quien atendió a Luisa hasta la muerte de ella.
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Finalmente, el 4 de marzo de 1947, a las 6 de la mañana, murió, después de una breve pero intensa pulmonía. Después de 4 días de veneración pública de sus restos, tuvo su primera apoteosis: sus triunfales funerales, en los que participaron innumerables personajes de la Iglesia local de Trani, diócesis a la que pertenece Corato, así como de otras partes, según se puede constatar en algunas fotografías de la época. Actualmente sus restos mortales reposan, con autorización de la Iglesia, en el interior del templo parroquial de Corato.
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¿Cómo se desarrollaba un día cualquiera de la vida de Luisa? Su último confesor, Don Benedetto Calvi, ha dejado este testimonio:
“FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS EN SU VIDA”
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“Hacia las 6 de la mañana, el Confesor llegaba a la cabecera de su camita. Luisa se encontraba como si fuera un bloque de mármol, contraída tan fuertemente que cuando su hermana o alguna otra persona de casa tenía que sentarla en la cama, en su postura acostumbrada, para obedecer al Confesor o al Obispo, no eran capaces de moverla a causa del peso, como si fuera un gran bloque de plomo, ni extenderle ningún miembro, porque tenía una fuerte rigidez. Sólo cuando el Confesor (o podía ser en determinadas circunstancia cualquier sacerdote) le devolvía la vida y los movimientos al cuerpo dándole una bendición y haciéndole una señal de la cruz con el pulgar sobre el dorso de la mano, el cuerpo de Luisa entonces se reanimaba, empezaba a moverse, y su hermana podía levantarla y colocarla fácilmente y sin ningún esfuerzo en su sitio y en su acostumbrada y única posición, sentada en su camita.”
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“Otro fenómeno extraordinario (ya señalado): en 64 años, sin moverse de su cama, nunca sufrió ninguna llaga de la piel”.
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“A continuación seguía la lectura, hecha solamente por su Confesor a su cabecera, de lo que Luisa había escrito aquella noche acerca de las sublimes verdades de la Divina Voluntad”.
“Y otro hecho extraordinario: ¿Cuál era su alimento? Todo lo poco que comía, lo devolvía siempre todo, viviendo en una total inedia, desde que quedó en cama hasta que murió: 64 años. Su único alimento era la Divina Voluntad y Jesús Sacramentado”.
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“Estos y otros fenómenos los pudieron observar personalmente y controlar escrupulosamente, y además los sometieron a severos exámenes, no pocos doctores o profesores de dogmática, de moral, de ascética y mística, llamados por nuestros superiores diocesanos para emitir un juicio. Menciono un par de ellos: el Dr. P. Doménico Franzé. O. F. M. (Profesor de Fisiología y Medicina en el Colegio Internacional de Roma) y el Dr. P. Consalvo Valls, O. F. M. (asimismo doctor en Teología Moral, Ascética y Mística), y otros más”.
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“Después de haber despertado a Luisa mediante la santa obediencia, el Confesor, o bien otro sacerdote, celebraba la santa misa en su cuartito, delante de su cama. Luego, tras recibir la santa comunión, Luisa se quedaba como dormida, extasiada, en íntimo coloquio con el Señor durante dos o tres horas, pero sin quedarse rígida ni con la pérdida completa de sus sentidos. Muchas veces, sin embargo, durante el día le sucedía que Ntro. Señor estaba con ella en modo sensible, y a veces las personas que le hacían compañía lo notaban”.
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“Cuando volvía en sí, se ponía a trabajar sentada en la cama. Cosía y hacía encajes sobre el “tómbolo” (trabajos finos de tejido, que generalmente eran ornamentos, manteles, etc., para la iglesia) y diariamente acudían a ella algunas jóvenes y niñas, a quienes enseñaba a hacer estos trabajos, pero sobre todo atraídas por el dulce encanto que emanaba la presencia de Dios en Luisa... Y con Luisa pasaban todo el tiempo en oración, meditaban “Las Horas de la Pasión” como lo hacía Luisa (y muchas de esas jovencitas llegaron a saber de memoria esas “Horas”); hacían horas santas de reparación y otros ejercicios de piedad. Su vida, pues, aparecía exteriormente así, siempre igual: trabajo, silencio, oración”.
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“Hacia las dos y media o las tres de la tarde le llevaban la pequeña porción de alimento que, como ya se dijo, después de algunos minutos devolvía en un recipiente destinado a este efecto. Por la tarde dedicaba normalmente otra hora a la meditación; a un cierto momento le cerraban la cortina de su cama y durante una hora y media o dos horas la dejaban sola... con la Reina del Cielo, que venía a visitarla. Después de lo cual proseguía el trabajo hasta las diez o las once de la noche. Entonces Luisa se ponía a escribir, cuando había recibido alguna manifestación o comunicación de Ntro. Señor (bien durante el día, bien durante su estado de “dormición” durante la noche), o a medida que se le renovaba la orden de seguir escribiendo. Finalmente, ya hacia la media noche o a la una, Luisa se reclinaba en la cama y entonces la sorprendía la pérdida de los sentidos y su estado de “muerte”; y si esto le sucedía antes de poder extenderse en la cama, se quedaba en aquella postura como una estatua de piedra”.
“Y así pasaban los días de toda su vida.”
Dejemos la palabra a otro de sus Confesores, si bien sólo Confesor extraordinario por menos de 2 años, pero que estuvo en contacto con ella durante 17 años, hasta la muerte de él en 1927; quien se interesó de tal manera en la persona, en los escritos de Luisa y en la doctrina de la Divina Voluntad, que fue quien publicó las “Horas de la Pasión”: ANNIBALE MARIA DI FRANCIA.
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El P. Annibale M. Di Francia llegó a Corato en 1910, iniciando una serie de visitas y un frecuente e íntimo contacto espiritual con Luisa. Conocerla, para él significó un viraje trascendental en su vida, y el conocimiento de la Divina Voluntad fue decisivo en su espiritualidad. El Arzobispo de Trani lo nombró censor eclesiástico en su diócesis y director en lo que se relacionaba con los escritos de Luisa, en vista de la publicación que el Padre deseaba hacer.
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Entonces el P. Di Francia se dedicó con todos sus deseos y energías a la publicación de las “Horas de la Pasión”, para las cuales escribió una larga introducción, e hizo cuatro ediciones, siempre con el “Imprimatur” y el “Nihil Obstat”. El Padre como censor de los escritos de Luisa otorgó el “Nihil Obstat” y obtuvo de S.E. Giuseppe Maria Leo, Arzobispo de Trani el “Imprimatur” para los primeros 19 volúmenes escritos por Luisa, que eran los que a la sazón había escrito.
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Dejémosle, pues, la palabra a él, transcribiendo parte del válido testimonio que de Luisa dejó escrito:
“Ella quiere vivir solitaria, oculta y desconocida. Por ninguna razón habría puesto por escrito las íntimas y prolongadas comunicaciones con Jesús adorable, desde su más tierna edad hasta hoy, y que continúan quién sabe hasta cuando, si Nuestro Señor mismo no la hubiera obligado, ya sea directamente por Él o por medio de la santa obediencia de sus directores, obediencia a la que siempre se rinde con gran violencia por su parte, junto con una gran fortaleza y generosidad, porque el concepto que ella tiene de la obediencia le haría rehusar aun la entrada al Paraíso...” “Y esto constituye uno de las más importantes caracteres de un espíritu verdadero, de una virtud sólida y probada, y además se trata de cuarenta años en los que con la más fuerte violencia contra sí misma se somete a la gran “Señora Obediencia”, la que la domina...”
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“Esta Alma Solitaria es una virgen purísima, toda de Dios, objeto de singular predilección del Divino Redentor Jesús, Nuestro Señor, que de siglo en siglo acrecienta cada vez más las maravillas de su amor, parece que de esta virgen, a quien Él llama la más pequeña que haya encontrado en la tierra, desprovista de toda instrucción, ha querido formar un instrumento apto para una misión tan sublime que NINGUNA OTRA se le puede comparar, esto es, para EL TRIUNFO DE LA DIVINA VOLUNTAD EN LA TIERRA, de conformidad con lo que está dicho en el “Pater Noster”: “Fiat Voluntas tua sicut in Cœlo et in terra”.
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“Esta virgen del Señor, desde hace más de cuarenta años, desde que era adolescente, fue puesta en cama como víctima del amor divino. Y durante todo este tiempo ha vivido una larga serie de dolores naturales y sobrenaturales de embelesamientos de la caridad eterna del Corazón de Jesús. Origen de dolores que exceden todo orden ha sido una casi continua y alternada “privación de Dios...”
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“A los sufrimientos del alma se agregan también los del cuerpo, todos originados por el estado místico: sin que ninguna señal aparezca en las manos, en los pies, en el costado o en la frente, ella recibe de Nuestro Señor mismo una frecuente crucifixión... Y si Jesús no lo hiciera así, sería para esta alma un sufrimiento espiritual inmensamente grande... Y esta es otra señal de verdadero espíritu...”
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“Después de cuanto hemos dicho acerca de la larga y continua vida de años y años en una cama en calidad de víctima, con participación de tantos dolores espirituales y corporales, podría parecer que la vista de tal desconocida virgen debería ser una cosa dolorosa y triste, pues sería ver a una persona que yace con todas las señales de los dolores sufridos. Pero aquí hay otra cosa admirable: esta esposa de Jesús Crucificado, que pasa las noches en éxtasis dolorosos y en sufrimientos de todo género, al verla luego en el día, medio sentada en su cama, trabajando en sus bordados, nada, nada se transparenta, ni lo más mínimo, de una que en la noche haya tanto sufrido. Ninguno, ningún aire de extraordinariedad o de sobrenaturalidad. Se ve en todo con el aspecto de una persona sana, alegre y jovial; habla, discute y a veces ríe, si bien recibe a pocas personas amigas...”
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“No continúo más. La vida de esta virgen esposa de Jesús es MÁS CELESTIAL QUE TERRENA y quiere pasarla en el mundo ignorada y desconocida, no buscando sino a Jesús y a su Santísima Madre, quien la ha tomado bajo su particular protección”...
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Y dijimos que este testimonio es válido porque el Padre Di Francia, que tan bien conoció a Luisa y durante tantos años, y con tanto fervor publicó “Las Horas de la Pasión”, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 7 de octubre de 1990 y fue por él elogiado y puesto como ejemplo para los sacerdotes de nuestros días. Y canonizado el 16 de mayo de 2004.
De la vida exterior de Luisa podríamos referir un sinnúmero de anécdotas asombrosas y extraordinarias, como las narran tantas personas que la conocieron, pero correríamos el riesgo de desviarnos a cosas secundarias, reduciendo su vida a una serie de episodios sin duda milagrosos, piadosos y edificantes pero dejando a un lado lo más importante de Luisa y que es lo que la distingue de todos los demás y donde encontramos su verdadero retrato así como su misión.
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Entonces ¿quién es Luisa? ¿Qué hizo en su vida? ¿Cuál es su misión?
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Las respuestas a estas preguntas, respuestas asombrosas, se encuentran en sus mismos escritos. No es posible conocer a Luisa sin conocer sus escritos; ellos forman no sólo el conocimiento de su vida interior, sino que son los conductos por los que nos llega a nosotros tanto el conocimiento de ella como la formación de su vida en nosotros: LA VIDA DE LA DIVINA VOLUNTAD.
Ahora bien ¿dónde está lo singular de Luisa, lo que la distingue de todos los demás? Digámoslo pronto y con palabras sencillas: en que es la primera en VIVIR DE LA VOLUNTAD DIVINA, a imitación perfecta de la Humanidad de Nuestro Señor: “Mi alimento es hacer la Voluntad de mi Padre”... y a imitación perfecta de la Ssma. Virgen: Fiat Mihi...
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Los santos y la Iglesia han conocido hasta ahora la CONFORMIDAD con la Voluntad de Dios, el pleno abandono, hasta la UNIÓN con la Voluntad de Dios, con el Querer Divino. Podemos tomar como ejemplo de esto los conceptos de San Francisco de Sales o de San Vicente de Paul (y podríamos citar cientos, pero baste con esto) en la siguiente expresión: “Vaciarse de sí mismo y unir su voluntad tan totalmente a Dios que no resulte más que una con la suya...” Este, podríamos decir, es el punto más elevado. Y la doctrina de Luisa ¿qué diferencia tiene con esta UNIÓN de voluntades? Tomemos de los escritos de ella misma la respuesta: En el Vol. XIV, en el capítulo del 6 de octubre de 1922, ante la pregunta de Luisa de que cómo era que ella era la primera en VIVIR EN EL DIVINO QUERER después de tantos siglos y de tantos Santos que ha habido en la Iglesia, Nuestro Señor le dice:
“...además, es tan cierto que te he llamado a ti por primera que a ninguna otra alma, por cuanto muy querida por Mí, le he manifestado EL MODO DE VIVIR EN MI QUERER, LOS EFECTOS DE ÉL, Y LAS MARAVILLAS Y LOS BIENES QUE RECIBE LA CRIATURA OBRANTE EN MI QUERER SUPREMO. BUSCA EN CUANTAS VIDAS DE SANTOS QUIERAS O EN TODOS LOS LIBROS DE DOCTRINA... Y EN NINGUNO ENCONTRARÁS LOS PRODIGIOS DE MI QUERER OBRANTE EN LA CRIATURA Y LA CRIATURA OBRANTE EN ÉL. A LO MÁS ENCONTRARÁS LA RESIGNACIÓN, EL ABANDONO, LA UNIÓN DE LOS QUERERES, PERO EL DIVINO QUERER OBRANTE EN LA CRIATURA Y ELLA EN EL MÍO... ¡EN NINGUNO LO ENCONTRARÁS! Esto significa que no había llegado el tiempo en el que mi Bondad debía llamar a la criatura a vivir en este estado sublime. Aun el modo como te hago rezar no se encuentra en ningún otro...”
Esto es, que de la unión de los quereres, ya conocido por algunos Santos, Luisa pasa a la ACTIVIDAD de la unión, a la ACTIVIDAD (y VIDA) de la criatura en la Divina Voluntad, sus efectos, etc.
Toda esta afirmación nuestra, el lector la podrá corroborar si lee los escritos, sin prejuicios y “con la mente abierta a la luz de la Verdad”, si no es así, “no comprenderá nada” (Vol. XII, 29-01-1919).
Por iniciativa del Vaticano (Congregación para la Doctrina de la Fe y Congregación para las Causas de los Santos) Mons. Carmelo Cassati, Arzobispo de Trani, el 20 de noviembre de 1994 abrió en una ceremonia solemne la Causa de Beatificación de Luisa. La fase diocesana concluyó positivamente en octubre de 2005 y pasó a la fase Vaticana.
Roguemos a Dios que la Iglesia pronto reconozca a Luisa como precioso fruto suyo.
José Luis Acuña Romero
México, 1993.
HISTORIA DE LUISA PICCARRETA, 1A PARTE, EN VIDA DE LUISA
(por José Luis Acuña)
youtube: https://youtu.be/6J0vQt58tOM
1ª parte:
En vida de Luisa.
- Diferencia entre Luisa y los auténticos místicos como Santa Margarita María, y los pseudo “videntes”.
- Cómo la Iglesia local de Trani fue involucrándose interesándose, estudiando y avalando TODO en Luisa: su estado de víctima, sus fenómenos extraordinarios místicos, sus escritos, su santidad, su espiritualidad, su misión.
HISTORIA DE LUISA PICCARRETA 2, CARD. RATZINGER Y ARZ. R. GUIZAR, DIVINA VOLUNTAD,
BENEDICTO XVI
(por José Luis Acuña)
youtube: https://youtu.be/AdxmquMr6t0
2a. Parte:
Después de la muerte de Luisa
- Explicación sobre el “Índice de Libros Prohibidos”.
- Algunas pruebas de que la obra en Luisa es de Dios.
* Obediencia continua a la Iglesia.
* Amor al sufrimiento.
* Milagros y profecías.
- Imprudencia y temeridad de hacer juicios negativos sobre Luisa.
- El milagro de Dios y el “As” que tenía “bajo la manga” para hacer resurgir a Luisa y el Reino de la Divina Voluntad en la Iglesia:
* ENTREVISTAS con el Card. JOSEPH RATZINGER de JOSÉ LUIS ACUÑA y del OBISPO RICARDO GUÍZAR DÍAZ
* BEATIFICACIÓN (y canonización) del P. ANNIBALE MARIA DI FRANCIA.
¡Con muchas imágenes!
NOTA:
La 2a. Parte de esta charla (a partir de la mitad) la dió mi papá después de que le pedimos con insistencia que diera su testimonio, por su importancia.
(Por Marina D’Ariano, traducida por Alejandra Acuña)
Hermosos episodios que nos hacen conocer mejor a Luisa y sentirla más cerca de nosotros, basada en el testimonio de la hermana Giovannina Capozza, hija de Divine Zeal, quien de niña fue con Luisa a aprender el encaje de bolillos ("Tombolo").
1 VALIOSOS EFECTOS DE LA CRUZ / LUISA PICCARRETA / DIVINA VOLUNTAD
(Por José Luis Acuña) - Qué escribió Luisa en sus volúmenes.
youtu.be
(Por José Luis Acuña)
- Qué escribió Luisa en sus volúmenes.
- Lucha feroz de los demonios contra Luisa. Vol. 1 y vol. 29, 19/may/1931.
- Lucha de la familia y de los sacerdotes contra Luisa. Vol. 1.
- Jesús quiso que Luisa estuviera sometida a la autoridad de sacerdotal; obediencia de Luisa a la Iglesia.
- Efectos benéficos y variados de la cruz, vol. 3; 2/dic/1899.
- Amor de Luisa al sufrir.
2 LUISA PICCARRETA, ALMA VÍCTIMA / DIVINA VOLUNTAD / LUISA PICCARRETA
(Por José Luis Acuña)
youtu.be
(Por José Luis Acuña)
- Jesús derrama sus amarguras en Luisa víctima.
- Figura bíblica de “Cáliz de Amargura”.
- Las 3 Pasiones de Jesús, Luisa participa en las 3.
- La dolorosa pena de la privación de Jesús de Luisa. Vol. 18, 1/Nov/1925.
- Qué significa sufrir en la Divina Voluntad.